La visión del ombligo, de un
ombligo bonito, perturba. Lo dice un amigo mío, al que le gustan especialmente
los ombligos.
Confieso que nunca me fijo en
los ombligos, por muy eróticos que les resulten a algunos hombres. Conozco a
varios, a los que les he escuchado hablar de esto, pero no acabo de verle la
gracia a este resto de cicatriz circular que nos queda cuando nos han cortado
el cordón umbilical que nos unía a nuestra madre y que ya no vuelve a servir
para nada más en la vida, salvo para los devaneos eróticos.
El caso es que me está
despertando curiosidad, pero por más que me lo miro, no le encuentro ese punto
de erotismo, (aunque esto que quede para mi, no sea que me pidan que lo enseñe
por eso de dar opiniones) Pero busco sobre ello, encuentro, y leo lo importante
de este agujerito cerrado, su poder sensual y que, lejos de ser una simple
cicatriz, está considerado como el fetiche erótico por excelencia.
En Las mil y una noches se
menciona en varios de sus cuentos y se le adjudica al ombligo la cualidad de
‘recipiente que contiene poderosos aromas afrodisíacos’.
Para los griegos, el ombligo
debía de estar en el centro exacto entre el pecho y los genitales y era
considerado como el centro del cuerpo de la vida, de la existencia, del
universo.
El historiador italiano
Gutierre Tibon tiene un libro titulado El ombligo como centro erótico, en el
que dice: Es el centro de la respiración y de la rosa de los vientos. Es
símbolo del útero y, contradictoriamente, del falo; se identifica con la Luna,
principio mujeril, y con el Sol, masculino por excelencia. Es andrógino y, sin
embargo, connaturalmente femenino. Sol, Luna; pero también estrella: la Polar,
eje del universo.
Algunos pueblos indígenas de
México creían que untando el ombligo de las niñas con miel se garantizaba que
en el futuro fueran dulces y encantadoras; sabrosas y acarameladas. Quizá sea
cierto o quizá no... pero el ombligo concentra un innegable halo sexual.
¡Saboréalo!
¿Dónde reside entonces el
sensual encanto del ombligo? Quizá sea porque no hay dos iguales, quizá sea
porque se sitúa en una zona caliente, quizá sea porque... ¡Qué sé yo! Lo cierto
es que las cosquillitas, los besos y las suaves caricias alrededor del ombligo
son capaces de inflamar los ánimos más gélidos.
La zona del ombligo es, sin
duda, un territorio sensual, sugerente... ¡muy, muy sexual! En su tamaño
diminuto. (Apenas unos milímetros) es capaz de destapar la caja de los truenos.
Sólo tienes que saber tocar las teclas adecuadas. Y para descubrir cuáles son
las zonas más calientes al entorno de lo que fue el cordón umbilical lo mejor
es explorar con la propia anatomía. Existen infinidad de terminaciones
nerviosas que se concentran en esta parte del cuerpo. Descubrir cómo
estimularlas es sólo cuestión de tiempo y de práctica. Así que no te cortes y
ponte manos a la obra.
Pero si realmente quieres
encender a tu pareja deja que la boca entre en acción. Las caricias con la
lengua y los besitos son la mejor forma de estimular el ombligo de cualquiera. El
ombligo es un cuenquecito donde puedes fundir el placer gastronómico y sexual.
¿No crees que el ombligo es el mejor recipiente para tomar las frutas del amor?
Sí, es cierto, las raciones serán mínimas pero... el gusto se potencia
infinitamente. Debes saber escoger qué servir en este exótico plato. ¿Qué te
parecen unas fresitas silvestres, unas frambuesas o unas uvitas? La nata o la
miel queda reservado sólo para las parejas más almibaradas.
Te parece excitante ¿verdad? Pues
espera a saber que además de provocarnos esa especie de atracción morbosa, casi
todos tienen vida propia, pues en ellos nos podemos encontrar un ecosistema
desconocido y rico en biodiversisad, cuya vida se parece más de lo que podemos
imaginar a la de una selva tropical. No hace falta ir al Amazonas para
descubrirlo sino levantarse la camiseta.
Un grupo de investigadores de
siete universidades de EEUU cultivaron y analizaron 60 muestras tomadas de
ombligos humanos, en los que encontraron más de 2.300 especies de bacterias,
según publican en la revista PlosOne. Que la piel humana está habitada por
billones de microorganismos no es ningún descubrimiento, pero al analizar los
datos los científicos se encontraron con la sorpresa de que las bacterias
presentes en distintos ombligos diferían más de lo esperado.
“Al estudiar los ombligos
vimos una inquietante e inmensa riqueza de vida, el ombligo medio hospedaba
alrededor de 50 especies y entre distintos ombligos encontramos miles de
especies“, escribe en la revista Scientific American el biólogo de la
Universidad Estatal de Carolina del Norte (EEUU) Rob Dunn, quien ha liderado el
estudio, y muchas de ellas autóctonas del mismo ombligo.
Visto lo visto… la idea de
comer de él, ya no se si sería tan buena idea.. ¿Tal vez verte un poco de
champagne por eso de que con el alcohol todo se muere?
Y luego está eso de que no
vale con cualquier ombligo. Por ejemplo… el propio no nos serviría, pues centrarse
en el de uno mismo o “MIRARSE EL OMBLIGO” vendría a significar algo así como abandonarse
a la autocomplacencia y al egocentrismo.
¿Sabes que mirarse el ombligo
fue una costumbre cristiana primitiva ideada por los monjes hesicastas de la
Iglesia griega ortodoxa?.
Según San Juan Clímac, un
hesicasta es aquél que lucha por mantener dentro de su cuerpo las cosas incorpóreas
como la mente. Usando una técnica de rezos integrada con la respiración, los
monjes acostumbraban a dejar caer la cabeza durante la meditación y, por ello,
se les conocía como omphalopsy choi o “observadores del ombligo”, pues algunos
creían que el centro del alma humana se encontraba en el centro del cuerpo, en
el ombligo, al que, por otra parte, otorgaban importancia como nexo de unión
con la vida.
Recitar continuamente un
padrenuestro y controlar la respiración, permitía al monje llegar a un estado
de éxtasis religioso. San Gregorio Palamas —teólogo ortodoxo— describió la
técnica de la siguiente manera: “No pasaría nada si,
especialmente en el caso de los principiantes, se les enseñara a mirar su
interior y dirigir la mente hacia dentro con el método de la respiración…,
hasta que, con la ayuda de Dios, avanzando hacia una perfección mayor, hicieran
que su espíritu fuera impermeable e impenetrable a todo lo que tienen
alrededor. Entonces, serían capaces de envolverlo como una cinta enrollada alrededor
de un cilindro sólido”.
¡Señor, señor….! ¡Si estos
pobres monjes vieran ahora para que usamos los ombligos!!!
Luego esta eso de creerse “el
ombligo del mundo”, un defecto frecuente, tanto individual como colectivo. Se
reprocha a las personas, instituciones, ciudades, regiones o países, que
tienden a considerar que todo debe girar a su alrededor o pretenden ser objeto
permanente de atención universal, simplemente porque se lo merecen o son “así
de guapos”. Se trata de la traducción
libre de la expresión latina umbilicus orbis terrarum (literalmente “ombligo
del redondel de las tierras”). Los romanos, a su vez, no hicieron sino traducir
la expresión griega Onfalós tês gês (“el ombligo de la Tierra”).
En fin...yo que quereís que os diga… Después de esta información no me va a quedar más remedio que llevarlo siempre
limpito por lo que pudiera surgir, y aceptar mi ombligo
como zona erótica capaz de trasformar una simple caricia en un
torrente de sensaciones.
Aunque si esto fuese del todo
cierto…. ¿Por qué habrá quien se lo borre?
Juzgar vosotros mismos.
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