21 de junio de 2013

Un paseo por mi ombligo


La visión del ombligo, de un ombligo bonito, perturba. Lo dice un amigo mío, al que le gustan especialmente los ombligos.

Confieso que nunca me fijo en los ombligos, por muy eróticos que les resulten a algunos hombres. Conozco a varios, a los que les he escuchado hablar de esto, pero no acabo de verle la gracia a este resto de cicatriz circular que nos queda cuando nos han cortado el cordón umbilical que nos unía a nuestra madre y que ya no vuelve a servir para nada más en la vida, salvo para los devaneos eróticos.

El caso es que me está despertando curiosidad, pero por más que me lo miro, no le encuentro ese punto de erotismo, (aunque esto que quede para mi, no sea que me pidan que lo enseñe por eso de dar opiniones)  Pero busco sobre ello, encuentro, y leo lo importante de este agujerito cerrado, su poder sensual y que, lejos de ser una simple cicatriz, está considerado como el fetiche erótico por excelencia.

En Las mil y una noches se menciona en varios de sus cuentos y se le adjudica al ombligo la cualidad de ‘recipiente que contiene poderosos aromas afrodisíacos’.

Para los griegos, el ombligo debía de estar en el centro exacto entre el pecho y los genitales y era considerado como el centro del cuerpo de la vida, de la existencia, del universo.

El historiador italiano Gutierre Tibon tiene un libro titulado El ombligo como centro erótico, en el que dice: Es el centro de la respiración y de la rosa de los vientos. Es símbolo del útero y, contradictoriamente, del falo; se identifica con la Luna, principio mujeril, y con el Sol, masculino por excelencia. Es andrógino y, sin embargo, connaturalmente femenino. Sol, Luna; pero también estrella: la Polar, eje del universo.

Algunos pueblos indígenas de México creían que untando el ombligo de las niñas con miel se garantizaba que en el futuro fueran dulces y encantadoras; sabrosas y acarameladas. Quizá sea cierto o quizá no... pero el ombligo concentra un innegable halo sexual. ¡Saboréalo!

¿Dónde reside entonces el sensual encanto del ombligo? Quizá sea porque no hay dos iguales, quizá sea porque se sitúa en una zona caliente, quizá sea porque... ¡Qué sé yo! Lo cierto es que las cosquillitas, los besos y las suaves caricias alrededor del ombligo son capaces de inflamar los ánimos más gélidos.

La zona del ombligo es, sin duda, un territorio sensual, sugerente... ¡muy, muy sexual! En su tamaño diminuto. (Apenas unos milímetros) es capaz de destapar la caja de los truenos. Sólo tienes que saber tocar las teclas adecuadas. Y para descubrir cuáles son las zonas más calientes al entorno de lo que fue el cordón umbilical lo mejor es explorar con la propia anatomía. Existen infinidad de terminaciones nerviosas que se concentran en esta parte del cuerpo. Descubrir cómo estimularlas es sólo cuestión de tiempo y de práctica. Así que no te cortes y ponte manos a la obra.

Pero si realmente quieres encender a tu pareja deja que la boca entre en acción. Las caricias con la lengua y los besitos son la mejor forma de estimular el ombligo de cualquiera. El ombligo es un cuenquecito donde puedes fundir el placer gastronómico y sexual. ¿No crees que el ombligo es el mejor recipiente para tomar las frutas del amor? Sí, es cierto, las raciones serán mínimas pero... el gusto se potencia infinitamente. Debes saber escoger qué servir en este exótico plato. ¿Qué te parecen unas fresitas silvestres, unas frambuesas o unas uvitas? La nata o la miel queda reservado sólo para las parejas más almibaradas.

Te parece excitante ¿verdad? Pues espera a saber que además de provocarnos esa especie de atracción morbosa, casi todos tienen vida propia, pues en ellos nos podemos encontrar un ecosistema desconocido y rico en biodiversisad, cuya vida se parece más de lo que podemos imaginar a la de una selva tropical. No hace falta ir al Amazonas para descubrirlo sino levantarse la camiseta.
Un grupo de investigadores de siete universidades de EEUU cultivaron y analizaron 60 muestras tomadas de ombligos humanos, en los que encontraron más de 2.300 especies de bacterias, según publican en la revista PlosOne. Que la piel humana está habitada por billones de microorganismos no es ningún descubrimiento, pero al analizar los datos los científicos se encontraron con la sorpresa de que las bacterias presentes en distintos ombligos diferían más de lo esperado.

“Al estudiar los ombligos vimos una inquietante e inmensa riqueza de vida, el ombligo medio hospedaba alrededor de 50 especies y entre distintos ombligos encontramos miles de especies“, escribe en la revista Scientific American el biólogo de la Universidad Estatal de Carolina del Norte (EEUU) Rob Dunn, quien ha liderado el estudio, y muchas de ellas autóctonas del mismo ombligo.

Visto lo visto… la idea de comer de él, ya no se si sería tan buena idea.. ¿Tal vez verte un poco de champagne por eso de que con el alcohol todo se muere?

Y luego está eso de que no vale con cualquier ombligo. Por ejemplo… el propio no nos serviría, pues centrarse en el de uno mismo o “MIRARSE EL OMBLIGO” vendría a significar algo así como abandonarse a la autocomplacencia y al egocentrismo.

¿Sabes que mirarse el ombligo fue una costumbre cristiana primitiva ideada por los monjes hesicastas de la Iglesia griega ortodoxa?.

Según San Juan Clímac, un hesicasta es aquél que lucha por mantener dentro de su cuerpo las cosas incorpóreas como la mente. Usando una técnica de rezos integrada con la respiración, los monjes acostumbraban a dejar caer la cabeza durante la meditación y, por ello, se les conocía como omphalopsy choi o “observadores del ombligo”, pues algunos creían que el centro del alma humana se encontraba en el centro del cuerpo, en el ombligo, al que, por otra parte, otorgaban importancia como nexo de unión con la vida.

Recitar continuamente un padrenuestro y controlar la respiración, permitía al monje llegar a un estado de éxtasis religioso. San Gregorio Palamas —teólogo ortodoxo— describió la técnica de la siguiente manera: “No pasaría nada si, especialmente en el caso de los principiantes, se les enseñara a mirar su interior y dirigir la mente hacia dentro con el método de la respiración…, hasta que, con la ayuda de Dios, avanzando hacia una perfección mayor, hicieran que su espíritu fuera impermeable e impenetrable a todo lo que tienen alrededor. Entonces, serían capaces de envolverlo como una cinta enrollada alrededor de un cilindro sólido”.

¡Señor, señor….! ¡Si estos pobres monjes vieran ahora para que usamos los ombligos!!!

Luego esta eso de creerse “el ombligo del mundo”, un defecto frecuente, tanto individual como colectivo. Se reprocha a las personas, instituciones, ciudades, regiones o países, que tienden a considerar que todo debe girar a su alrededor o pretenden ser objeto permanente de atención universal, simplemente porque se lo merecen o son “así de guapos”.  Se trata de la traducción libre de la expresión latina umbilicus orbis terrarum (literalmente “ombligo del redondel de las tierras”). Los romanos, a su vez, no hicieron sino traducir la expresión griega Onfalós tês gês (“el ombligo de la Tierra”).


En fin...yo que quereís que os diga… Después de esta información no me va a quedar más remedio que llevarlo siempre limpito por lo que pudiera surgir, y aceptar mi ombligo como zona erótica capaz de trasformar una simple caricia en un torrente de sensaciones.

Aunque si esto fuese del todo cierto…. ¿Por qué habrá quien se lo borre? 
Juzgar vosotros mismos.




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