Las parejas entran en crisis
frecuentemente por una serie de problemas típicos que sobrevienen a la convivencia. La vida de
pareja lleva consigo afrontar muchos temas: trabajo, relaciones con terceros,
familia, altibajos, dinero, etc. etc. Muchas parejas afrontan y superan estos
problemas, otras no. Aquí presentamos algunos de los problemas más frecuentes.
Problemas, problemas...
soluciones, soluciones. Todas las parejas se enfrentan a problemas y casi todos
los problemas tienen su solución. Lo importante es mantener la fe de que merece
la pena encontrarla y luchar por ello. Es importante identificar y abordar los
problemas correctamente y salir fortalecidos una vez que los hemos superado.
Vamos a comentar algunos de estos problemas (su orden no indica relación de
importancia).
Trabajo.
Muchas parejas
trabajan en sitios distintos. Más de ocho horas fuera de casa, cinco días a la
semana. Todo un mundo de percepciones, estados de ánimo, tensiones,
experiencias, relaciones con terceros... Muchos días ocurre que el semblante de
la vuelta a casa es muy diferente del que había al despertarse al calor del
hogar. Muchas horas, mucha vida sin compartir. Sólo la comunicación, la
sinceridad, la confianza y la capacidad de apoyo no permitirán que la ausencia
laboral se convierta en un problema.
Viajes, ausencias,
distancia...
También el trabajo u otras razones pueden imponer viajes,
distancia y ausencias prolongadas de por medio. La pareja se ve privada de
poder reafirmar su compromiso diariamente a la vuelta del trabajo. Es un
"más difícil todavía". La solución debe pasar por una mayor
comunicación (llamadas de teléfono, hablar mucho, apoyarnos en continuos
detalles, atenciones...), y sobre todo más sinceridad, confianza y apoyo. La
pareja tiene que hacer un esfuerzo por compartir lo que ocurre fuera del hogar:
las aspiraciones, las frustraciones, los éxitos, los enfados, etc.
Familia.
Padres de ella,
padres de él, hermanos, cuñados... ¿Mucha actividad familiar? ¿excesiva?. La
familia puede ser una fuente de maravillosas y bonitas relaciones, pero también
de distorsiones. Los problemas surgen cuando la actividad familiar afecta a la
vida de la pareja con intromisiones, injerencias, preocupaciones, problemas,
etc. La familia supone una prueba de fuego para la pareja, la cual tendrá que
asumir decisiones y responsabilidades.
Hijos.
Los hijos contribuyen
de forma decisiva a afianzar la vida de pareja con sentimientos y
responsabilidades que hacen más sólida una relación. Pero no siempre ocurre
así. Especialmente si no hay equidad, corresponsabilidad, convergencia en los
puntos de vista, complicidad a la hora de criar, tratar y educar a los hijos.
Desconfianza.
La confianza es
un pilar fundamental de la vida de la pareja. Si no hay confianza muchos
problemas se harán irresolubles en la vida en común. Uno de los problemas más
típicos de la falta de confianza con los celos. Pero no es el único. La
desconfianza puede provocar actitudes humillantes para la pareja, además
contribuye a fomentar una imagen negativa, la falta de autoestima, etc. La desconfianza
debilita el apoyo, la comunicación y el compromiso otros dos pilares
importantísimos para la larga vida de la pareja.
Apoyo sin reservas,
esa es la receta. La falta de apoya crea un sentimiento negativo de
frustración, de pensar que "el otro" te ha fallado. La actitud
solidaria debe ser una de las constantes vitales de la pareja.
Infidelidad.
Hoy en día
parece que la infidelidad es un valor a la baja. Sin embargo, también hoy en
día se baten récords cada año en rupturas de parejas. Recientemente el INE
recogía que las parejas (matrimonios) que habían roto (separación) tras su
primer año habían crecido un 325% en sólo doce meses. Una cosa es que se
adopten actitudes liberales y permisivas y otra muy distinta es que en la
práctica se tolere y se conviva bien con la infidelidad. Si quiere destruir una
pareja, sea infiel; o incluso basta con adoptar actitudes equívocas: excesiva
amabilidad, confianza o confidencialidad con un tercero... Algunas parejas no
reconocen que estas cosas les sientan mal, las acumulan y van generando
desconfianza, negatividad, introversión, falta de comunicación... La pareja, en
la practica, suele ser exigente y absorbente y no admitirlo puede llevar a la
relación por unas vías llenas de turbulencias y de riesgos.
Sexo.
Quizás puedan existir
parejas felices sin que el sexo tenga protagonismo. No caere en la tentación
de sobredimensionar el sexo. La pareja evoluciona en el tiempo y con ello la
propia relación sexual. Sin embargo, una relación sexual viva, imaginativa,
intensa, vibrante... será un magnífico "seguro" para aguantar y
sobrellevar otro tipo de problemas (familiares, laborales, etc.). Así que si
quieres un buen consejo para superar problemas aquí va: haz que en tu vida sexual
reavive la ilusión y el interés mutuo, que sea una forma de transmitir armonía,
deseo, amor y sellar de forma cómplice la unión que define a la propia pareja.
Haz el amor, no la guerra. Y hazlo con la pasión que lo hacías cuando comenzasteis. Si falta el buen sexo, quizás hayas despedido un buen aliado para la
salud de la pareja y para la solución de muchos de tus problemas.
Casa.
Un espacio para dos...
o más. En la casa se pasan muchas horas, se trabaja en las tareas del hogar, se
ve la TV, se usan los mismos cuartos de baño, se escucha música... Para la casa
se compran muebles, se piden prestamos, hipotecas, etc. Cada persona hace un
uso de este espacio vital que es la casa conforme a su educación o a su
cultura. A algunos no les importan los olores, otros son muy sensibles a estos
y no los soportan; a unos les agrada el desorden, a otros les irrita; los hay
maniáticos de la limpieza e incluso les crean problemas de asma, otros pasan de
ella. Hay quienes quieren dejar una luz encendida por la noche, otros no pueden
dormir con luz. No digamos lo que pretenden dormir en invierno con las ventanas
abiertas, mientras que su pareja se desvela por el frío y los frecuentes
constipados. Incluso poner la mesa o lavarse las manos antes de sentarse a
ella, puede ser objeto de polémica. No digamos la intendencia diaria de la
casa: mantenimiento, limpieza...
Todas estas diferencias pueden ser
extenuantes en la vida de la pareja. Algunos pactan y con flexibilidad llegan a
contentar a ambas partes, otros recurren al sexo y en la cama olvidan las
diferencias domésticas... Hasta el punto que si la discusión era pintar una
habitación de rojo o amarillo, al final se pinta de naranja. No digamos si a
veces viven otros familiares (suegros, hermanos...) y la situación se agrava;
en esto casos la casa se puede convertir en una importantísima fuente de
problemas. ¿Cómo resolverlos? A veces la respuesta está en la comprensión,
otras veces en la tecnología o en cambiar de casa ¿Por qué no? (mejor que
cambiar de pareja).
Amistades.
La pareja debe
llevar una política única de amistades. Una fuente de problemas son las
amistades de uno, las amistades del otro. El problema podría ser anecdótico,
pero no tanto si la pareja va notando como las confidencias entre los amigos de
uno y otro superan la comunicación de la pareja; algo que es aconsejable que no
ocurra nunca. En la práctica la pareja debe redefinir el concepto de amistad;
aquellas parejas que no lo hacen, tienen en este punto una fuente de
distorsiones que deben superar con la comunicación, la confianza, la fidelidad...
Manías, gustos, aficiones
diferentes.
Hace años las mujeres se dedicaban a bordar y hacer tareas del
hogar y los maridos se iban al bar a jugar a las cartas o la fútbol. Hoy en día
esto no es tan extremo y quizás el tema se reduzca a una discusión sobre quién
se queda con el mando a distancia de la TV. Si es sólo eso quizás sea muy
superable. Pero ¿qué pasa cuando uno quiere las vacaciones en una playa masiva
y otro una casita rural? O si uno quiere jugar al golf y el otro montar a
caballo; uno prefiere ir a un restaurante francés y otro a un thai; a uno le
encanta el bricolaje y al otro ir de compras... El tema se complica...
Y habrá que contar con otros activos (buen sexo, comprensión, empatía,
flexibilidad -hoy tú, mañana yo-...
Falta de equidad en las
cargas del hogar.
Muchas parejas suelen cargar muy desigualmente las tareas del
hogar. Si por ejemplo uno trabaja fuera y el otro no, la conclusión es que el
segundo debería acometer en mayor medida las tareas del hogar. Esto es un
contrasentido, puesto que la brecha se hace aún más grande. No sólo no se
comparte una gran parte del tiempo cuando se está fuera sino que en casa
tampoco se comparten tareas que pueden servir de excusa para aproximarse,
dialogar, en síntesis, estar más juntos. El sentimiento de proximidad, de
solidaridad, de apoyo, es muy importante en la pareja, y debe hacerse todo lo
que sirva para fomentarlo. Hacer la cena juntos, meter juntos los platos en el
lavavajillas, encender la chimenea, repasar lo que ha sido el día antes de ir a
la cama, compartir las obligaciones del día siguiente... todas esas cosas son
muy saludables para la pareja.
Inflexibilidad.
La falta de
flexibilidad y de comprensión es otra fuente de problemas. La vida en común
exige de empatía y de la adopción de posturas acordes con la situación que se
vive en cada momento. Las posturas inflexibles en el tiempo fomentan otras
rigideces e intolerancias, fomentando la negatividad.
Negatividad.
Pensar en
negativo es un estado mental que es demoledor para una persona. Se empieza
criticando a una vecina y tras esto se sigue con amigos, familiares, etc. Al
final la negatividad llega a la pareja y a nosotros mismos. La falta de
autoestima es un peligro para la relación de la pareja. La inseguridad se
traducirá en desconfianza, falta de apoyo, etc.
Aburrimiento.
Algunas parejas
someten su relación a rutinas o cargas tan previsibles que llevan a un
aburrimiento hasta que al final acaba pasando factura. El aburrimiento es
subjetivo. Una pareja de enamorados se divierte con un parchís y una tortilla francesa
y dos velas encima de la mesa. A otras les aburre un safari por África o una
noche en París. El aburrimiento suele ser una consecuencia de otros problemas
acumulados: falta de comunicación, falta de equidad en las cargas,
inflexibilidad, amistades, gustos diferentes, sexo...
Falta de comunicación.
Es una
de las causas más importantes en la generación de problemas de una pareja. A
veces determinadas discusiones no se han resuelto bien. La conclusión de una de
las partes es "la próxima vez mejor callar que discutir", esto no
lleva a nada. En la pareja una discusión debe concluir con acercamiento,
aplicación de posturas flexibles, y con el sentimiento de que ha servido para
acercar y comprender mejor. Hay que combatir la irritación, los malos entendidos,
las incomprensiones... Todas estas cosas de no resolverse acentuarán la
incomunicación. No dejes que el mayor aliado de la salud de la pareja (la
comunicación) se separe de vuestro entorno. Cuida al máximo la comunicación.
Falta de sinceridad.
Incluso
hasta la mayor fluidez en la comunicación de la pareja no servirá para nada si
no hay sinceridad. Un mandamiento irrenunciable para la pareja: la sinceridad.
Cuando falta provoca negatividad, desconfianza, recelo, falta de comunicación y
en muchos casos ruptura o problemas mayores de diversa índole. La falta de
sinceridad es, de hecho, una falta de respeto a la persona. Y cuando en la
pareja falla el respeto la evolución del problema puede adquirir dimensiones
realmente preocupantes, hasta el punto de adulterar y prostituir el propio
concepto de pareja.
Falta de capacidad para
perdonar.
Cuánto más amas a una persona, más capaz eres de perdonarla. Así de
sencillo. La falta de capacidad para perdonar es un mal síntoma: indica que el
amor no goza de buena salud. Todos comentemos errores; compréndelos y
perdónalos de antemano. Piensa en positivo lo que aporta tu pareja. Practica la
empatía, tu perdón es un regalo de amor.
Falta de correspondencia.
Por
supuesto en el amor; pero también en todo. La pareja es cosa de dos. La
convivencia no puede estar fundamentada en la generosidad, paciencia el apoyo
mutuo y comprensión de solamente una de las partes. Se perdona y se comprende
si hay capacidad de corresponder por ambas partes.
No defender tu espacio.
Cuando terceras personas ocupan el espacio (no sólo físico, sino muy
especialmente psíquico) de la pareja, esta devalúa su relación. La pareja debe
defender un espacio que le es propio para tomar su propias decisiones, para
llevar a cabo sus ilusiones, para compartir problemas, preocupaciones... No
renuncies a luchar si ves que por cualquier circunstancia ese espacio se ve
disminuido o alterado.
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