Buscando ser feliz





No pensaba aún escribir sobre esto, pero esta página ha recibido más visitas vacía que algunas de las que tienen publicado ya algún artículo. El simple encabezado suscita curiosidad: buscando ser feliz. Y no es de extrañar, pues para algunos como yo, puede ser la única manera de mantenerse cuerdo ante tanta mala suerte.

Con este panorama que se me presenta de vida, creo tener ya algunas cosas claras: que por más que me empeñe en buscar trabajo, no lo voy a encontrar, ya que no sólo dependerá de mí y de mis experiencias, ni conseguiré llenar mi corazón, si no encuentro quien esté dispuesto a hacerlo. Pero… ¿dependerá de mi el ser o no feliz? Dicen que si, que la Felicidad es una elección que uno puedo tomar en cualquier momento, así, sin más. Que son nuestros pensamientos los que hacen que nos sintamos felices o desgraciados, y no las circunstancias que puedan rodearnos. Y si llegamos a ser capaces de cambiarnos a nosotros mismos, el mundo cambiará para nosotros.

¡Manda huevos! Ahora resulta que encima de todo, yo soy la única causante de no ser feliz, porque lo único que puedo controlar en el mundo realmente son mis pensamientos. Y mal vamos, porque ahora muy buenos no son.

Creo que lo primero sería pensar en qué es lo que necesito para ser feliz.

Trabajo, trabajo y trabajo.
Eso es lo principal, encontrar un trabajo. Necesito comer, necesito pagar facturas, luego necesito dinero. La principal frustración ahora es no tener trabajo y el no tenerlo me llena de pensamientos oscuros y preocupación, malos amigos de la felicidad. Pero… si no hay trabajo, no puedo encontrarlo, y si no lo encuentro, no tengo dinero, y si no tengo dinero, no subsisto, y desde luego no soy feliz. Hemos vuelto al mismo punto de partida y en tan solo 5 líneas. Desolador.

Amor
Si, yo soy de esas personas que aún necesitan de amor. Y no solo del amor de sus seres queridos, de sus amigos, sino del amor de pareja. Se que tengo gente que me aprecia, familia que me quiere, un hijo encantador, pero hay algo que me sigue faltando y no me deja ser feliz. Tendría que preguntarme porque no me es suficiente con ese amor que recibo día tras día de aquellos que sin pedir nada a cambio me lo dan. Pero esta, ahora, no sería la cuestión. La cuestión es, que por muy encantadora que sea, por mucho que yo ponga de mi parte, por mucho amor que yo esté dispuesta a dar, nada podré hacer para que alguien me lo devuelva de la misma forma. No se manda en el amor, ni nada se puede hacer para que nazca. Surge o no, se siente o no.

Complicado panorama, aunque yo insista en querer ser feliz, por eso, he de averiguar cómo conseguirlo. No tendría que resultar difícil, cuando creo recordar, que en algún momento lo fui. ¿Y que cambio? ¿Qué ocurrió para que todo se fuera al traste? Mi trabajo, mi pareja, mi felicidad…

Si vuelvo a mis primeras líneas y repaso lo anteriormente dicho, me doy cuenta que soy yo la peor de mis enemigos. No dejo de lamentarme de todo aquello que hice mal o que perdí. No dejo de preguntarme una y otra vez que habría ocurrido de haber hecho las cosas diferentes, de haber tomado otras decisiones, y eso, lo único que me provoca es desolación. ¿De que me vale realmente mirar tanto hacía el pasado? Aprender de los errores es bueno, pero no flagelarse continuamente con la idea de que todo aquello que no hicimos es lo que ahora nos hace infelices.  De la misma forma, tampoco es bueno mirar siempre hacia el futuro. Uno puede tener sueños, metas que alcanzar, pero estas, no pueden condicionarnos nuestro presente, sino ayudarnos a encontrar la motivación para continuar luchando. Si algo me hace feliz ahora… ¿Qué importancia tiene el que pueda no hacerlo en el futuro? ¿Cuánto dura realmente la felicidad?

Es fácil darse cuenta que las cosas que en un momento nos hicieron felices pueden dejar de hacerlo. Cuantas veces hemos estado luchando por conseguir algo que, al hacerlo, poco a poco fue perdiendo nuestro interés, y con él la sensación de felicidad que nos provocó. Luchamos por encontrar un trabajo, lo conseguimos y respiramos profundo. Ya somos felices, pero ¿Cuánto nos dura esa felicidad? El trabajo no es lo que habíamos imaginado, la situación no es tan idílica, y lo que antes era la panacea, ahora es un trabajo mal pagado, con un jefe insoportable que nos hace levantarnos a las 6 de la mañana ¿Y entonces? ¿Era o no era una meta para ser feliz?

Esta claro que no, porque el error es pensar que la felicidad es una meta a alcanzar. La felicidad es un trayecto que como tal has de ir alcanzando momento a momento. No está en los años, ni en los meses, ni siquiera en los días que van pasando. Son solo momentos, momentos que pueden cambiar en un suspiro: hoy puedes tenerlo todo, y al día siguiente no tener nada. Así que, hay que aprender a vivir el presente sin los traumas del pasado ni las expectativas de futuro. Eso no implica el que uno no pueda soñar o tener metas que alcanzar y luchar por conseguirlas. A eso yo lo llamo superación.

Parece difícil de comprender entonces, como somos tan idiotas de perder tan rápido aquello que tanto nos costó conseguir. Luchamos en la vida por llegar a alcanzar la felicidad, y luego dejamos que se nos escape de las manos en un suspiro. Y entonces viene la culpa de no haber sabido conservarla, entrando en una espiral de autodestrucción de la que difícilmente se sale airoso.

No, yo no quiero entrar en esa espiral. He de aceptar las cosas tal y como son, empezando por uno mismo. Debo aprender a quererme tal y como soy. No solo tengo defectos, también grandes virtudes y una de ellas es saber perdonar, y he de empezar por mi mismo. No se puede ser feliz si se tienen resentimientos u odios, si uno se culpa continuamente de aquello que salió mal. Además, lo maravilloso del perdón es que te libera del sufrimiento.

Se reír  y la sonrisa es muy importante para mejorar la autoestima. Cuando sonreímos, aunque no sintamos nada, nuestro cerebro lo entiende como una señal de que todo va bien. Dicen que una sonrisa cuesta menos que la electricidad, pero que da más luz. Te lo aseguro, es cierto. Mira a los ojos de quien te sonríe y verás cuan mágico es lo que ves.

Dar. Uno de los verdaderos secretos para ser feliz es aprender a dar, sin esperar nada a cambio. Las leyes de la energía te devolverán con creces lo que des. Si das odio, recibirás odio, pero si das amor, recibirás invariablemente amor. Solo el que aprende a dar está en camino descubrir la verdadera felicidad.

Bien… vamos por el buen camino, pero no lo hagamos solos. No se puede ir por la vida sin compartir, pues el camino se hace más grato si tienes junto a ti a las personas que bien te quieren. No les exijas que sean como tú desearías, acéptalas tal cual son, porque cuando te sientas mal, el verdadero amigo estará allí para apoyarte y brindarte todo su amor. Así que cultiva tus amistades, y recuerda: la amistad, al igual que la mayoría de los sentimientos, debe fluir de manera natural.

Y por último, tengamos fe. Esa es la que nos dará la confianza y la paz mental necesaria para poder liberar el alma de todas las dudas, y preocupaciones que no nos dejan avanzar.


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