Hay momentos en la vida en que te gustaría no tener un
corazón. Me refiero a ese que se enamora y que después sufre, o más bien sería
a él, al que no le gustaría tener un cuerpo, porque… menudos disgustos le damos
algunas veces.
Ya empezamos alterándole cuando nos enamorarnos. Él,
tranquilamente en el pecho latiendo acompasado sin meterse con nadie, y vamos y
lo ponemos con taquicardia constante que ni en el pecho nos cabe. Y ya empieza
su suplicio. Que si las mariposas dando la coña por todas partes, el cuerpo
pidiéndole más sangre para la cabeza (y la no cabeza), esa especie de ahogo de
no poder abarcar tanta felicidad... Es como vivir en una continua borrachera en el que todo parece lucir
de color de rosas. En fin… que al final termina por adaptarse como puede y reorganizar la situación para volver a tener una vida más o menos normal.
Si, si… normal (pobre
infeliz), no sabe lo que le espera. Ahí estamos nosotros de nuevo y sin previo
aviso, para de golpe y de un hachazo, dejarlo partidito en dos.
Ahora lo que le toca es vivir una tremenda resaca. Te despiertas, pero no quieres moverte, la cabeza te da vueltas... A
veces te apetecería comerte una pizza entera y otras no puedes probar bocado.
Lo único que parece atractivo es meterse en una cueva oscura lejos de cualquier
cosa que te recuerde cuán mal me siento.
Bueno... es bueno que entre ese batiburrillo de emociones, analicemos por qué sentimos dolor, pero las mujeres con
frecuencia pensamos en que algo hicimos mal o que no fuimos lo suficientemente
buenas. La inseguridad y la duda en uno misma nos consume a medida que
reproducimos las discusiones o los momentos finales una y otra vez en nuestra cabeza.
Tenemos la extraña habilidad de asumir la plena responsabilidad cuando algo va mal en una relación. Pero, ¿adivinas qué? Él no es perfecto tampoco, así que hay que sacarlo del pedestal.
Se necesitan dos para hacer y para romper una relación, así
que “no nos culpemos".
Tal vez esa persona no sea un imbécil. Tal vez simplemente,
era que no estábamos hechos para estar juntos. Así que, no todo es culpa nuestra. Lo
más importante después de una ruptura es reconstruir tu autoestima, y recordar
que antes de él hubieron momentos felices: tu propia vida, tus amigos… Una esfera
de existencia independiente de la suya que sigue ahí, y que hay que recuperar.
La única cura real para la angustia es el tiempo, pero hay
maneras de acelerar el proceso y adormecer los síntomas y uno de ellos empieza
por cortar todo tipo de comunicación.
Esto es lo más difícil de hacer, pero es lo mejor. No hay
manera de seguir adelante si todavía intentamos utilizarle como una muleta
emocional. ¿Que si podemos ser amigos con el tiempo? En principio NO, luego ya se irá viendo, pero ahora hay que alejarse lo más posible de cualquier pensamiento de
ese tipo. Ahora hay que intentar reconstruir nuestra vida justo en el punto anterior
a conocerle.
Llórate todo lo llorable durante una semana. No somos
de piedra y aunque nuestros ojos no estén de acuerdo, no es una mala idea una semanita para ser un desastre total. Así
que a llorar, comer helado, abrir esa botella de vino que reservabas para
momentos especiales (que este lo es y mucho) y verás que bien. Y mientras lloras y te pones un poco piripi
con el vino, párate y analiza todas las razones por las que la relación no
funcionaba. Vale… mejor escribe para luego leerlo tranquilamente, porque es
curioso, pero cuando se trata de dolores del corazón, es muy fácil mirar hacia
atrás y extrañar los buenos momentos, pero ¿Y los malos? Esos ahora son los más
importantes porque te harán tener una visión clara de que “no todo era de color
de Rosa” y no solo tú tienes defectos.
Y aquí llegamos a un punto importante: volver a creer en ti y
reforzar tu ego.
Recuerda, y sino vuelve a leer más arriba: tú no has sido la
causante. No tengas dudas al respecto. Sigues siendo una persona increíble y
estás mejor así. Llama a tus amigos para que te lo recuerden. Relaciónate y
vuelve al punto en el que te sentías así de especial de cuando le conociste.
¿Crees que ya no estás igual de sexy? ¡¡¡Por Dios!!! Claro que lo estás. ¿Sabes
que hago yo en momentos así? (ayer mismo sin ir más lejos) Comprarme algo que
me siente de infarto. Luego de copas con los amigos, y la confianza vuelve
antes del primer sorbo. Y si ya te
sientes sexy y renovada, recuerda que no has de guardar luto a nadie, así que
hay permiso total para divertirse. ¿Qué tal unos bailes?
Hay que volver a empezar, lo sabes, es duro pero hay que hacerlo. Tus ojeras, tu hígado y tu propia familia terminarán aburridas de verte siempre con esa canción repetitiva. ¿Que quien te va a curar tu corazón? Pues tú hija, tú, quien sino te va a curar ese corazón. Solo tienes que querer y empezar. Hay que volver a llenar tu vida de ilusión. Sumérgete en nuevos proyectos, retoma esos hobbies que quedaron aparcados durante su relación y por qué no… sal y vuelve a flirtear. No hay nada malo en
ello, no es una cuestión de buscar sustituto (ni creo que sea el mejor momento) pero te hará sentir de nuevo MUJER. Conoce a gente nueva, haz que ocupen tu
mente y deja que te recuerden todo
aquello que olvidaste: Tú eres única.
Y así, poco a poco irás notando como el corazón deja de
pesarte tanto en el pecho y la vida te vuelve a regalar cada mañana mil razónes
para sonreir. Bueno... puede que no sean mil sino unas cuantas más, pero de lo que si estoy segura es que la sonrisa nos sienta muy bien a todas.
No hay comentarios :
Publicar un comentario